Las bases de nuestro trabajo

En el regreso a clases, es de vital importancia cuidar la salud mental de los estudiantes, así como del personal de la escuela. Fomentar el bienestar de los docentes es el primer paso para que puedan cuidar de otros y ser un soporte emocional para el alumnado. En este sentido, se considera fundamental gestionar desde los primeros días de clases, ambientes de escucha, apertura para la identificación y expresión de emociones como una condición de base para avanzar en los aprendizajes. Habrá alumnos que necesitarán ayuda para sobrellevar el estrés generado por la epidemia y estar preparados para el aprendizaje, así como para mejorar su desempeño.
Esto puede lograrse reconociendo que es normal haber experimentado durante la emergencia, emociones como: o miedo al contagio o pánico o temor a salir de casa o miedo a que las madres, padres de familia, tutores y cuidadores enfermen o ansiedad de separarse de las figuras principales
De esta forma, los estudiantes podrán comunicar a los adultos cómo se sienten y será más fácil identificar la necesidad de una valoración.
Es importante tener en cuenta que, en los primeros días de clases, bajo este contexto, puede presentarse ansiedad frente a la separación de sus seres queridos, sin importar la edad.
 Se recomienda favorecer la expresión de emociones mediante preguntas, técnicas y juegos que permitan la búsqueda intencionada de malestares emocionales con respecto a lo que experimentaron en el confinamiento, y cómo estas han ido modificándose hasta el momento actual.

Consideraciones Importantes:

Los adolescentes pueden tener mayor dificultad para expresar en el grupo las emociones que experimentaron durante la emergencia, por lo que se sugieren actividades individuales de reflexión.
Identificar expectativas relacionadas a sus miedos, y preocupaciones, sobre todo si consideran que habrá cambios para la etapa actual del desconfinamiento.
Tomar en cuenta que algunos estudiantes han experimentado pérdidas, y es posible que presenten reacciones de duelo, por lo que es importante acompañarlos, y evaluar su curso, apoyarlos en la manifestación y expresión de sus emociones, recordar que hacerse cargo, incluye, ser empático y sensible.
Es importante considerar que los síntomas adaptativos pueden permanecer durante el primer mes, pero si posteriormente a esto, los síntomas emocionales no han mejorado, el desempeño académico se ve afectado y/o los cambios en la conducta persisten, es recomendable acudir a valoración psicológica o psiquiátrica.
 Para determinar si se requiere apoyo se recomienda la observación constante del estado emocional:
Los signos de alarma son importantes para identificar la necesidad de canalización a una valoración para una detección y tratamiento oportunos:
Cambios conductuales, aislamiento social, cambios de amistades y poca apertura con las madres, padres de familia o tutores para conocer a sus amigos y sus actividades cotidianas, pobre comunicación, irritabilidad y agresividad, consumo de sustancias o autolesiones (desde arañarse hasta cortes en diferentes áreas del cuerpo), peleas constantes; ideas de desesperanza, ideas de muerte, incluso mencionar que sería mejor morir.

Recomendaciones y acciones:

    • Evitar el estigma hacia aquellas personas que hayan presentado la enfermedad durante la emergencia, o que tengan familiares que hayan enfermado o fallecido y prevenir la discriminación y las conductas de acoso escolar por dichas razones.
    • Fortalecer la confianza entre las alumnas y alumnos para expresar sus emociones. Tomar en cuenta que estarán ansiosos de compartir con sus amigas y amigos; sin embargo, la sana distancia debe permanecer, por lo que realizar actividades lúdicas en grupo, dirigidas por los docentes, pueden ayudar a mantener la sensación de cercanía y el orden entre los jóvenes.
    • Tener en cuenta que el malestar emocional puede generar ausentismo, por lo que se requiere tolerancia ante esta situación; si esto persiste, valorar la referencia para su valoración, reiterando que la asistencia a clases presenciales no es obligatoria.
    • Reforzar los vínculos de buen trato. Es importante considerar que el aprendizaje se da en contextos de sana convivencia escolar, en donde es posible potenciar lazos de respeto, cuidado, cercanía y motivación. Es necesario fortalecer los entornos escolares seguros
    • Promover la participación. Si en condiciones normales el actuar de las y los estudiantes en todo el proceso educativo es fundamental, en situación de crisis esto se hace más necesario
    • Priorizar el desarrollo de experiencias de aprendizaje que apunten a mantener una sensación de bienestar afectivo, que activen el potencial de resiliencia de las y los estudiantes Integrar la dimensión socioemocional en la dinámica de la clase, como parte de la experiencia de aprendizaje, en la idea de enseñanza para la vida, lo cual se hace más visible en el contexto de crisis
    • Integrar la dimensión socioemocional en la dinámica de la clase, como parte de la experiencia de aprendizaje, en la idea de enseñanza para la vida, lo cual se hace más visible en el contexto de crisis.
    • Diseñar, a partir de lo que saben sobre los retos que enfrentan sus alumnas y alumnos, una estrategia que incorpore acciones para favorecer la gestión de emociones en los integrantes de la comunidad escolar
    • Fortalecer la empatía con las y los alumnos así como con sus familias, entre los estudiantes entre sí, entre los miembros del colectivo y de las familias hacia los docentes y orientar a las familias sobre cómo favorecer ambientes socioemocionales propicios para el aprendizaje
    • Abrir canales de comunicación permanentes y continuos permite a los y las profesoras reconocer en qué disposición emocional están los estudiantes para este encuentro y acompañarlos en el camino de restablecer la confianza en sí mismos, en los demás y en un regreso seguro a las aulas
    • Adoptar una actitud de escucha activa y empática hacia nuestros estudiantes, procurando un momento de encuentro y conexión. Se podría iniciar la clase preguntándoles a las y los alumnos cómo llegan, y cerrar preguntándoles cómo se van.
    • Fortalecer la confianza en el vínculo profesor-estudiante, permitir que el alumno atraviese las barreras del temor y la desconfianza